Herrera
Muchos tratadistas y genealogistas, como Aponte, Meneses, Argote de Molina y otros, dicen que el linaje de Herrera procede de la gran Casa de Lara, y señalan como tronco de la rama que adoptó tal apellido, por poseer el Señorío de la villa de Herrera de Pisuerga (Palencia), a
Pero Luis de Salazar y Castro, en su monumental obra "Historia de la Casa de Lara", sale al paso de la versión que hemos reproducido y niega, o por lo menos pone en duda, que el linaje de Herrera proceda del de Lara. Oigámosle: "Muchos autores dicen que la casa de Herrera procede de la Casa de Lara, así porque las armas son unas mismas como porque la villa de Herrera, que dio nombre a la familia, fue de los Señores de Lara, de la línea del Conde Nuño Pérez, que es por lo que el Rey Don Alonso X el Sabio puso el nombre de Ferrera al repartimiento que dio en Sevilla a Nuño González de Lara el Bueno, Señor de esta casa. Pero, sin embargo de esto, ninguno (de los autores aludidos) se adelantó a asegurar las sucesiones de este modo, y sin prueba evidente de instrumento cierto contra el patronímico, se podría creer que Alvar Rodríguez de Herrera, Merino Mayor de Castilla en 1232, fuese hijo de Garci González, Señor de Herrera en 1228, ni cabe tampoco que habiendo nacido Garci Pérez, Señor de la mitad de Molina en 1175, fuese biznieto suyo Alvar Rodríguez de Herrera, Merino Mayor en 1232, con sólo cincuenta y siete años de distancia para cuatro generaciones, que, aun cuando se repartiesen a catorce años cada una, que es cuando se permitían los matrimonios, aún no puede salir la cuenta. A esto se añade una consideración muy fuerte, y es que los Herrera, aunque de linaje ilustrísimo, nunca fueron Ricohombres de sangre como los Lara, y si fuesen de un mismo tronco, no parece posible que hubieran perdido tal calidad. Así que, por ahora, no nos atrevemos a asegurar la filiación de la Casa de Herrera en la de Lara, y lo cierto es que, si procede de ella, no sería por las filiaciones que José Pellicer atribuye a nuestro Garci Pérez, Señor de Molina, de quien no habemos sucesión".
Como se ve por el párrafo que antecede, el gran genealogista rechaza la hipótesis de que los Herrera procedan de la Casa de Lara.
Lo más probable es que tuvieran su origen, no en la villa de Herrera de Río Pisuerga, sino en el lugar de Herrera, sito en el valle de Camargo (Cantabria), del cual tomaran el nombre, y del que salieron las ramas y líneas que vamos a estudiar a continuación.
Francisco de Guzmán, en su obra "Recopilación de Honra y Gloria Mundana", dice que los Herrera son de mucha antigüedad y cita Privilegios del Rey Don Fernando III el Santo, de 1230, en los que confirma Garci González de Herrera, Merino Mayor de Castilla (del que nos volveremos a ocupar), como se comprueba por una escritura de venta que estaba en el monasterio de Aguilar de Campoó, y que hizo Ruy Díez de la Vega (hijo de Diego Gómez de la Vega) a Gómez-Malvié de Manzanedo, natural de Valdelaguna.
Otros privilegios se guardaban en el mismo monasterio, en los que confirma con Garci González de Herrera, Gómez de Hoyos y Gutierre Pérez de Olea.
Parece ser, como queda indicado, que el solar más antiguo del linaje Herrera estuvo sito en el lugar de Herrera, del valle de Camargo (Cantabria).
La rama troncal poseyó el Señorío de ese lugar, y su primer caballero, o al menos el que aparece con mayor antigüedad, fue Pedro García de Herrera, Señor de Herrera.
Probaron su limpieza de sangre para ingresar como religiosos en la Orden de Santiago: Bernardo de Herrera, del Convento de Santiago de Uclés, Capellán de S.M. en Aranjuez, cura de Ontígola y Canónigo de la Catedral de Granada, en 1700; Francisco de Herrera, del Convento de San Marcos de León, en 1542; Francisco de Herrera, natural de Colmenar de Oreja (Madrid), del Convento de Santiago de Uclés, beneficio curado de la villa de La Solana, Capellanía Principal de Aranjuez y el Beneficio de Alhóndiga, en 1615; García Herrera, del Convento de San Marcos de León, en 1544, y José Herrera, natural de Villagarcía, del Convento de San Marcos de León, en 1724.
Juan de Herrera y Ruiz, natural de Pozuelo, probó su limpieza de sangre para ingresar como religioso en la Orden de Calatrava en 1591. Era hijo de Antón de Herrera y de Isabel Ruiz y nieto paterno de Francisco de Herrera y de María de Ortega.
Fueron Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén: Pedro de Herrera Coscón Cuéllar y Agostín, natural de Zaragoza (hijo de Juan Lorenzo de Herrera y de Beatriz Coscón y nieto paterno de Pedro de Herrera y de Beatriz de Cuéllar), en 1535; Fernando Herrera, natural de Jerez de la Frontera, en Cádiz, en 1644; Juan de Herrera, vecino de Salamanca, sin fecha; Martín Herrera, natural de Zaragoza, en 1553; Antonio de Herrera, en 1529; Juan de Herrera, en 1552; García Herrera y Guzmán, en 1570; Alonso Herrera y Guzmán, natural de Sevilla, en 1598; Juan de Herrera, en 1599; Juan de Herrera, en 1600; Juan de Herrera, natural de Madrid, en 1603; Julián Herrera y Salcedo, natural de Madrid, en 1633; Alonso Herrera y Guzmán, en 1635; Fernando de Herrera, natural de Jerez de la Frontera, en 1645; Francisco Herrera y Loaisa, en 1700; José Herrera y Loaisa, en 1700; Francisco Herrera y Heraso, natural de Trujillo (hijo de Francisco de Herrera y Heraso y de Feliciana de Heraso, naturales de Trujillo, y nieto paterno de Blas de Herrera, natural y originario de Trujillo, y de Juana Pacheco, natural y originaria de Jerez de los Caballeros), en 1714; y José Herrera y Heraso, natural de Trujillo, hermano del anterior, en 1714.
Bernardo y José Herrera Ferrer Monte y Catalán, hermanos, naturales de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), frailes capellanes conventuales de justicia de la Castellanía de Amposta, fueron religiosos de la Orden de San Juan de Jerusalén, en la que ingresaron en 1746. Eran hijos de Bernardo Herrera y de Manuela Ferrer y nietos paternos de José Herrera y de María Monte.
Isidoro Herrera, natural de Almunia, religioso de la Orden de San Juan de Jerusalén, en la que ingresó en 1756.
Armas
Las primitivas del linaje que ostentó el solar del lugar de Herrera, del valle de Camargo, fueron: En campo de gules, dos calderas de oro, puestas en palo.
En el barrio de La Lastra, del lugar de Oruña, del valle de Piélagos, y en el lugar de Polanco, del municipio de Torrelavega (Cantabria), constan las anteriores armas.
Después añadieron una bordura cosida de gules con doce calderas de oro. Así las trae la generalidad de las familias Herrera en España y América y así como los de Palenzuela (Palencia).
Dichas armas constan en la iglesia de San Juan, de Hita (Guadalajara); en el Convento de Concepcionistas, del lugar de La Canal, del valle de Carriedo; en el lugar de Saro, del valle de Carriedo; en la iglesia parroquial del lugar de Gornazo, del municipio de Torrelavega (Cantabria); en la casona de Torre-Herrera, en el barrio del Campo, de Miengo (Cantabria); en el lugar de Revilla, del valle de Camargo (Cantabria); en el Palacio de Arias Corvelle, de la ciudad de Salamanca; en el Palacio de los Marqueses de Sanabria o de los Moros, de la ciudad de Zamora, y en la casa de Ahumada y Herrera-Cabeza de Vaca, de la calle Armiñán, número 30, de la ciudad de Ronda (Málaga).
Los originarios de la casa de la villa de Hita, pinta las calderas de dicho escudo gringoladas de sinople, o sea con cabezas de serpientes asomando por las asas.
Estas armas constan en el Convento dominico de San Esteban, en la portada de la iglesia de San Boal; en la portada de la iglesia de las monjas Bernardas, de la ciudad de Salamanca; en Soto de Bureba (Burgos); en la casa troncal de Herrera, del lugar de Miengo, del municipio de Torrelavega; en la casona palacio del Marqués de la Conquista Real, del lugar de Arce, del valle de Piélagos, y en Castro Urdiales (Cantabria), y en la casa de Feliciano Varona; en el Convento de San Francisco de Palenzuela (Palencia); en la iglesia de San Martín, de la ciudad de Segovia, y en el Sagrario de la Catedral de Las Palmas
Dichas armas usaba José Antonio de Herrera y Loaysa, Capitán de Navío de la Real Armada, primer Marqués de Santa Marta concedido el 13 de Marzo de 1746.
En el expediente del Caballero de la Orden de Alcántara Pedro Gómez de Rivero, constan las anteriores armas de Herrera, del lugar de Vega, del valle de Carriedo (Cantabria).
Los Marqueses de Auñón también gringolaban las calderas, cargándolas, además, de dos fajas de sable, y ponían en la bordura catorce calderas en vez de doce. Así las describe López de Haro.
Estas armas traen la línea de Venezuela dimanada de la rama de los primeros Condes de la Gomera, quinta del solar montañés de Herrera de Camargo.
La casa de Herrera del lugar de Miengo (Cantabria) ostentó también las citadas armas: En campo de gules, dos calderas de oro, puestas en palo. Bordura cosida de gules con doce calderas de oro. De ella descendieron los Marqueses del Real Agrado, de Villaformado y de Villatorre. Pero ese escudo debió ser reformado por algunas líneas de dicha casa de Miengo, por lo que a continuación se consigna.
Jorge de Montemayor dice que una de ellas, que se apellidó Herrera, de Miengo, organizó sus armas en este escudo partido: 1º, en campo de gules, una torre de plata sobre peñas, acostada de dos flores de lis del mismo metal, y 2º, en campo de azur, dos calderas de oro, gringoladas de sinople y surmontadas de una flor de lis de oro.
Jorge de Montemayor señala que las peñas son blancas y las flores de lis de oro.
Los de Suances (Cantabria) traen las anteriores armas.
Otros: En campo de gules, un losange de sinople, perfilado de oro, cargado de un castillo de oro y cantonado de cuatro cabezas de moros, degolladas. Bordura de gules, con trece estrellas de oro.
Los radicados en Madrid y Sevilla, según Vicente de Cadenas, usan: En campo de gules, tres herraduras, de plata, con bullones, de azur.
Los radicados en Jaén, según Vicente de Cadenas, traen: En campo de plata, nueve herraduras, de azur, bullonadas de oro, puestas tres, tres y tres.
Los originarios de Castilla, según Vicente de Cadenas, usan: En campo de azur, cuatro herraduras, de plata, puestas en los cantones del escudo.
Los Herrera aragoneses documentados en Ariza, Pozuelo y Zuera desde el siglo XVII, usaron: En campo de gules, dos calderas de oro fajadas de gules; bordura de gules, con doce calderas de oro.
Otros traen: En campo de gules, dos calderas de oro, una sobre otra; bordura de oro, con doce calderas de sable.
Los de Andalucía traen: En campo de gules, dos calderas jaqueladas de oro y sable y un pendón entre las dos; bordura de oro, con ocho herraduras de azur.
Otros de Miengo usaban: En campo de gules, una torre de plata, con una flor de lis a cada lado.
Los del lugar de Mortera, del valle de Piélagos, radicados en La Habana, según Vicente de Cadenas, usan: En campo de gules, una torre, donjonada, de plata, acostada de dos calderas, de oro. Bordura de gules con ocho calderas, de oro.
Estas armas traen los de Arcos de la Frontera (Cádiz), y constan en la Catedral de Santander.
En Mortera también constan: En campo de azur, una torre acostada de dos calderas. Bordura de gules cargada de seis u ocho calderas.
Los del lugar de Herrera, del valle de Camargo, usaban: Una torre con dos calderos a los costados: cortado y debajo una encina con dos lebreles atados a ella.
Los de Castañeda y Pamanes (Cantabria) ostentan: Un castillo con dos calderas.
En la casa de Herrera Escobedo, en Maoño, usaban: Escudo partido: 1º, cortado: primero, un castillo, y segundo, tres calderas en triángulo (armas de Herrera), y 2º, cortado: primero, dos escobas puestas los cabos hacia abajo, y segundo, una encina con un león atravesado.
Los de Ribadesella (Asturias) usan: En campo de azur, un castillo de plata aclarado de gules y acostado de dos calderas de oro gringoladas de cuatro cabezas de serpiente, una caldera a cada costado. Bordura de gules con ocho aspas de oro.
En la Catedral de Santander constan también: Dos calderas puestas en palo. A cada lado de ellas y también en palo, la leyenda "Ave María Gracia". Bordura cargada de ocho calderas.
En los jardines de la Alameda, de Santander, constan: Dos calderas puestas en palo, con sierpes en las asas. Bordura cargada de ocho calderas, con cuatro sierpes cada una.
En el barrio de Monte, de Santander, constan: Un castillo y en punta dos calderas. Bordura cargada de doce calderas.
En el lugar de Cacicedo, del valle de Camargo (Cantabria), constan: Dos calderas puestas en palo y otras tres a cada flanco, en palo.
En el lugar de Camargo constan: Un castillo brochante a una cruz de Santiago. En punta dos calderas.
En el lugar de Herrera, del valle de Camargo, constan: Una torre almenada y en punta dos calderas puestas en faja. Bordura cargada de doce calderas con sierpes en las asas.
En el lugar de Igollo, del valle de Camargo, constan: Una torre donjonada, acompañada de dos calderas.
En el barrio de Velo, de Arce, constan: Dos calderas puestas en faja. Bordura con cuatro calderas.
En el barrio de Los Riglos, de Arce, constan: Escudo cortado: 1º y 2º, una caldera. Bordura cargada de siete calderas.
En Arce también constan: Dos calderas puestas en faja.
En el barrio de Velo, de Arce, constan también: Un castillo y en punta dos calderas.
En Oruña constan también: "Un ciprés y dos perros".
En la casona palacio del Marqués de la Conquista Real, del lugar de Arce, constan: Dos calderas puestas en palo. Bordura cargada de diez calderas.
En el barrio de Velo, de Arce, constan: Dos calderas puestas en palo con sierpes en las asas. Bordura cargada de doce calderas.
En la casa conocida como de Pedraja, del lugar de Liencres, del valle de Piélagos (Cantabria), constan: Una torre acompañada de dos calderas. Bordura cargada de ocho calderas.
En Laredo constan también: Escudo partido: 1º, un castillo, y 2º, dos calderas puestas en palo, y bordura para este cuartel de once calderas.
En la iglesia parroquial de San Vicente de la Barquera (Cantabria) constan: Dos calderas con sierpes en las asas y entre ellas una bandera con una cruz.
En el Hospital, hoy Ayuntamiento, de San Vicente de la Barquera: Dos calderas con sierpes en las asas
En la casa de Herrera, situada en Las Encinas, del lugar de La Concha, del valle de Villaescusa (Cantabria), constan: Escudo cortado: 1º, dos calderas puestas en faja, y 2º, un castillo y dos luceros en los cantones superiores. Bordura general cargada con doce calderas.
En la casa llamada Herrera Vega, fundada en el siglo XVIII por Fernando Herrera y de la Vega, en La Concha, traía: Escudo cortado: 1º, dos calderas puestas en faja, y 2º, un castillo y dos luceros en los cantones superiores. Bordura general cargada nueve calderas.
En la casa llamada "La Torre", de Villanueva, del valle de Villaescusa, constan: Dos calderas en jefe y punta, y otras seis más pequeñas colocadas tres arriba y tres abajo.
En el Palacio de la Colina, llamado de Donadío, de la villa de Selaya, del valle de Carriedo, constan: Escudo cortado: 1º, una torre, y 2º, dos calderas puestas en palo.
Los Herrera de Miranda de Ebro (Burgos), tenían: En campo de plata, dos calderas jaqueladas de oro y sable, y la bordura de gules, con ocho calderas, también jaqueladas de oro y sable.
Los Herrera del lugar de Soto, cerca de la villa Anguiano, en La Rioja, y los de Aragón, usan: En campo de gules, dos calderas de plata, puestas en palo, cargadas de tres bandas de azur.
Algunos Herrera de Aragón: En campo de gules, dos calderas de oro, fajadas de gules, y la bordura de gules con doce calderas de oro, también fajadas de gules.
Los Herrera Sotomayor, de Chile, originarios de la casa de Valencia de Alcántara (Cáceres), ostentaron: En campo de oro, una caldera de sable, partido de plata con una banda de gules, acompañada en el jefe de una cruz, floreteada, de gules.
En la iglesia del Convento de San Francisco, de Astorga, y en Laguna de Negrillos (León), constan: En campo de gules, dos calderas de oro. Bordura de gules con nueve calderas de oro.
Los de Toledo, según Francisco Fernández de Béthencourt, usan: En campo de gules, dos calderas de oro, cargada cada una de dos fajas de sable, la una sobre la otra. Bordura cosida de gules cargada de doce calderas de oro, cada una cargada de dos fajas de sable.
En la iglesia de San Martín, de la ciudad de Segovia, constan: En campo de gules, dos calderas de oro puestas una sobre otra. Bordura del mismo color con seis calderas de oro, más pequeñas, y en jefe un aspa, del mismo metal.