Rocavertí, Rocabertí
Dice Barrellas, en su "Historia de los Condes de Barcelona", que la antigüedad y grandeza de este linaje catalán es anterior a los tiempos en que los moros invadieron la Península Ibérica.
Mosén Jaime Febrer afirma en sus "Trovas" que los Rocabertí fueron Señores del estado de Perelada desde tiempo inmemorial, "aun antes de haber Condes de Barcelona, sin conocer ni pagar feudo en todo su distrito", y cita a Hugo de Rocabertí, Señor absoluto de Perelada, que sirvió al Rey aragonés Don Jaime I "el Conquistador", de quien era pariente muy cercano, en la conquista de Valencia.
Y José Pellicer escribió: "La casa de Rocabertí, Condes de Perelada, es de las más antiguas, de las más ilustres y de mayor calidad del Principado de Cataluña, sin que en ella se haya quebrado la varonía, recaído en hembra, ni pasado a línea transversal".
Tomaron los Rocabertí su apellido del nombre del castillo y estado de Rocabertí, que estaba enclavado en el Pirineo catalán, confinando con el Condado de Rosellón, y en varios documentos de esta familia consta que la antigüedad de ese castillo y estado se remontaba a los tiempos visigodos, siendo de los pocos que no cayeron en poder de los árabes cuando invadieron España, versión que aceptan los cronistas catalanes.
Y si ese castillo fue, en realidad, el primitivo solar del linaje, de él dimanaron, sin duda, los también antiquísimos y más conocidos solares que los Rocabertí tuvieron en las villas de La Junquera y de Perelada, ambas de la provincia de Girona, y de las que no distaría mucho el emplazamiento del mencionado castillo. También poseyeron los Rocabertí el castillo del lugar de Llers (Girona).
Corrobora igualmente la gran antigüedad de este linaje el dato que asegura que por los años de 986 gozaba del título de Vizconde de Rocabertí Dalmau de Rocabertí, quien acompañó al Conde Borrell en la conquista de Barcelona. Familia que ya era muy noble y principal en remotos tiempos, no es extraño que aparezca íntimamente unida a la historia de Aragón, y que en el transcurso de los siglos enlazara con muchas de las más importantes casas aragonesas y catalanas.
Varios autores refieren la genealogía continuada de este linaje. Diego de Rocabertí Pau y Vellera, que formó el árbol historiado de la casa de los Vizcondes de Rocabertí, señala como primer ascendiente de ella a Bonofilio de Rocabertí, que sirvió al Emperador Carlomagno en la primera incursión que hizo en Cataluña, nombrándole general de sus tropas y premiando sus servicios con el título de Vizconde de Rocabertí en el año 713. Otros tratadistas fijan el arranque de esa casa dos siglos más tarde, observándose que con frecuencia no coinciden en el orden de las sucesiones, omitiendo algunas, confundiendo otras y contradiciéndose en la filiación de los caballeros que fueron heredando la casa, sobre todo en las primeras generaciones y debido, sin duda, a la identidad de sus nombres, ya que la mayoría de los herederos directos, durante varios siglos, llevó los de Dalmau y Jofré, circunstancia muy propicia para confundirlos, así como para atribuir a unos los matrimonios celebrados por otros, y los hijos que tuvieron. Ante tan notorias dificultades, que de seguro nos llevarían a incurrir en los mismos defectos apuntados, prescindimos de exponer la extensa genealogía de los Rocabertí, que tan confusa y contradictoria aparece (aun concretándola a la rama troncal) en las fuentes informativas que tenemos a nuestro alcance, algunas muy autorizadas.
En lo que atañe a la mucha antigüedad, nobleza y lustre de este gran linaje, es unánime y coincidente el juicio de los genealogistas, y en las historias de Cataluña y Aragón figuran con destacado brillo numerosos varones de esta ilustre familia. Fueron poderosos caballeros, guerreros valerosos, arzobispos, obispos, personajes de elevada distinción e influencia y Caballeros de Órdenes Militares.
Algún autor de los que trataron de este linaje dice que el Condado de Perelada (que algunos escriben Peralada) se incorporó a la Casa de Rocabertí por el casamiento de Dalmau de Rocabertí, cuya vida alcanzó los comienzos del siglo XIV, con Ermesenda de Navata, Señora de dicho Condado. Pero es bueno advertir que los Rocabertí eran Señores del estado de Perelada desde siglos anteriores, lo que hace muy dudosa que dicha incorporación se efectuara por tal casamiento.
Luis de Salazar y Castro afirma en su "Historia de la Casa de Lara", que el primer Conde de Perelada fue Francisco Jofré de Rocabertí, Vizconde de Rocabertí, que casó en 1616 con Magdalena Zaforteza, y lo comprueba un expediente de pruebas de la Orden de Santiago. Dicho Francisco Jofré había nacido en la villa de Perelada y era hijo de Francisco Dalmau, Vizconde de Rocabertí, natural de Perelada, y de su tercera mujer, Práxedes de Pax, natural de Mallorca. Magdalena Zaforteza nació en Mallorca, y fueron sus padres Pedro Ramón Burgués Zaforteza, Conde de Santa María de Formigueira, del Consejo de Guerra de Don Felipe IV, Presidente y Capitán General de los Reinos de Mallorca y Cerdeña y Caballero de la Orden de Calatrava, y Violante Español o Espaniol, ambos naturales de Mallorca.
Armas
Las primitivas del linaje: En campo de oro, siete roques de ajedrez de azur; puestos en situación de palo, tres en el centro del campo y dos en cada flanco. Vistas en un capitel del siglo XII en la iglesia de Santa María de Estany, de la provincia de Barcelona.
Armas que traían los Rocabertí en el siglo XIII: En campo de gules, dos palos de oro, cargado cada uno de tres roques de azur. Vistas en el sarcófago del Arzobispo Ramón de Rocabertí, en la Catedral de Tarragona, y en el portal de la iglesia de La Junquera.
Ese escudo aparece acrecentado en el mismo siglo XIII y muy generalizado en el XIV, con esta organización: En campo de gules, tres palos de oro cargado cada uno de tres roques de azur.
Así lo usaron en aquellos tiempos los Rocabertí, señores del estado de Perelada. Dichas armas usaba el citado Pedro de Rocabertí y de Montcada, Noble de Girona y Barón de Cabrenys. Dichas armas constan en la capilla de San Pablo de la Catedral de Girona. Estas armas traen los de Sant Mori de La Junquera y los de Mallorca.
Mosén Jaime Febrer se lo asigna a Hugo de Rocabertí, Señor absoluto de Perelada, que ayudó Rey aragonés Don Jaime I en la conquista de Valencia. Pero citado cronista lo modifica diciendo que el color de los roques es el sable. El mismo blasón, con los esmaltes mencionados anteriormente, está en la sepultura de los Rocabertí, que data del año 1307, en la iglesia del pueblo de Vilamuls (Girona), y en una capilla de la Catedral de Girona. Es, sin duda, el que más generalizó entre las diversas ramas del linaje y el único que muchos autores recogen y describen como correspondiente a los Rocabertí. Algunos heraldistas aumentan a cuatro los palos de ese escudo, cargado cada uno de tres roques, pero tal aumento lo creemos equivocado.
En la labra heráldica de la sepultura de Juana de Rocabertí y de Erill y de su esposo el Doncel Pedro de Vilagut, Barón de Sant Morí, en la iglesia de Sant Morí; y en las labras heráldicas del Castillo de Perelada, palacios de los Barones de Montbuy en Granollers y sepulturas de los Vizcondes de Rocabertí en las iglesias de Vilademuls, Castelló de Ampurias, Catedral de Girona y Peralada, constan: En campo de gules, tres palos de oro, cargado cada uno de tres roques de azur, embellidos de gules.
En un sello de B. Pons y Dalmau de Rocabertí, de los años de 1440 y 1448, que se conserva en el Archivo Municipal de Barcelona, figuran estas armas: Escudo partido: 1º, en campo de oro, dos palos de gules, y 2º, en campo de oro, un roque de azur.
En otro sello de Berenguer de Rocabertí, que data del año 1534 y que igualmente se guarda en el Archivo Municipal de Barcelona, aparece este nuevo escudo de Rocabertí: Escudo partido: 1º, en campo de azur, dos flores de lis de oro, puestas en situación de palo, y 2º, en campo de gules, dos palos de oro, cargado cada uno de tres roques de azur.
Los de Barcelona usan: En campo de oro, cuatro palos de gules con nueve roques, de azur.
Otros Rocaberti: En campo de plata, cuatro roques, de gules, colocados 1, 2, 1; en jefe dos palos recortados, de gules.
Arxiu Ferrer i Pié. Barcelona.