Labrador
Campesino que posee al menos una yunta de bueyes o un tiro de mulas (lo mas frecuente en el siglo XVI es la carreta tirada por un par de mulas), sea propietario de la tierra que explota o simple granjero. Muchos campesinos trabajaban a la vez tierras propias y tierras en arriendo. A finales del siglo XVI el campesino castellano se encuentra en una situación precaria: ha de vender su cosecha antes de recolectarla y a menor precio para disponer de liquidez y comprar semillas. Algunos se ven obligados a vender sus tierras para pagar la renta, los censos. Además de los impuestos reales, el campesino paga el diezmo, los impuestos locales y los derechos señoriales. Los labradores representan entre el 15 y el 30% de los campesinos de Castilla.
Fuente: “Diccionario Histórico de la España del Siglo de Oro”, de Annie Molinié-Bertrand. Acento Editorial